¿Has probado alguna vez a expulsar todo el aire escondido en tus pulmones? ¿Has creído notar tus células en una ebullición casi paralizante? ¿Has sentido una tristeza pesada como un yunque sobre la boca del estómago? ¿Has deseado con todas tus fuerzas cerrar los ojos y que desapareciese? ¿O encerrarte a llorar en una burbuja hasta caer rendida y olvidarlo todo mientras duermes?
Sé que tenemos alma porque un blues mudo corroe la mía. Una partitura de silencios y corcheas de suspiros.
Sé dónde está el corazón porque lo siento hacerse en la sístole del tamaño de una nuez. Ínfimo, para pasar desapercibido y no volver a ser encontrado.
Sé de mis cuerdas vocales porque algo se contrae en mi garganta en el más ultrasónico de los gritos. Yo quedo sin voz mientras nada más se altera, nadie más se inmuta.
"Focalizar la energía en construir el presente. El pasado pasó", me repito. Pero una paradoja me contesta:
Es imposible construir cuando sientes que estás sepultada en cemento.